Con el título ya lo he dicho todo, ¿verdad?: para mí, ayudar a los demás a ser más felices es el mejor trabajo del mundo. Por eso es lo que he escogido hacer, y ha sido una elección sumamente consciente, de la que estoy muy orgullosa.
Verás: yo antes trabajaba dirigiendo empresas grandes, de las de millones de euros de facturación, con maravillosos equipos de personas enormemente talentosas de las que aprendía constantemente, que me ayudaban a ser mejor profesional y, más aún, a ser mejor persona.
Sentí que había llegado el momento de cambiar de rumbo, de ir en otra dirección. Y escogí ser valiente y dejarme llevar por ese sentimiento.
Tenía un gran puesto, mucho reconocimiento profesional y social, y, por qué no decirlo, una nómina envidiable. Pero (siempre hay un pero) me exigía demasiado: jornadas de 12 y hasta 14 horas, ausencias constantes, viajes interminables, ventas imposibles, agenda bloqueada permanentemente a meses vista…
Así que llegó un día en el que me dije: “Esto ya no es lo que quiero. Me ha encantado vivir todos estos años en medio de esta vorágine, pero lo que antes me llenaba ahora me deja vacía por dentro”
Sentí que había llegado el momento de cambiar de rumbo, de ir en otra dirección. Y escogí ser valiente y dejarme llevar por ese sentimiento. Decidí salir a buscar un camino donde mi trabajo no me absorba más de lo necesario. Un camino que me permita tener algo que no tenía: tiempo. Tiempo para estar con mi hijo, para disfrutar, para soñar, para caminar, para leer, para pasear a mi perrita Lola, para enamorarme de nuevo. Tiempo para vivir.
De manera que me puse a pensar: ¿qué puedo hacer a partir de ahora? O mejor aún, ¿qué quiero hacer? Y empecé a darle vueltas a esa idea. La respuesta llegó fácilmente: las personas. Lo que más me gusta es ayudar a las personas, verlas brillar y alcanzar el firmamento de las estrellas: me encanta hacerlas felices.
Soy mi propia jefa, y yo decido mi horario, mi lugar de trabajo, y los proyectos que me interesan. Todo, puedo escogerlo todo. Y me siento, después de muchos años, ¡LIBRE!
Después de todas estas reflexiones y de muchas noches sin dormir, porque esta no es una decisión fácil, di un triple o cuádruple salto mortal (aún no lo sé muy bien) y aquí estoy: soy mi propia jefa, y yo decido mi horario, mi lugar de trabajo, y los proyectos que me interesan. Todo, puedo escogerlo todo. Y me siento, después de muchos años, ¡LIBRE!
Os lo aseguro: no hay mejor sensación. Después de vivir tanto tiempo atada a horarios inflexibles, a reuniones, objetivos y presiones perpetuas, por fin puedo decidir qué, cuándo, dónde y cómo. Y ¡qué bien sienta!
Espero no haberos confundido con mi relato hasta ahora, pero por si acaso, lo aclaro: estoy enormemente agradecida a mi pasado, porque es el que me ha traído hasta aquí. Sé que soy una privilegiada, y la experiencia que he podido atesorar es inmensa y la llevaré siempre conmigo. A pesar de lo malo (que lo había), lo bueno siempre, siempre, siempre ganaba y debo confesar que disfruté cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día. Y, ¡qué narices!: se me daba rematadamente bien.
Unos cuantos meses después de aquel salto al vacío, ya me veis, feliz, en un trabajo mega flexible (porque lo he diseñado a mi medida, que para eso soy mi propia jefa 😉) y con un nuevo e ilusionante proyecto entre manos: ayudar a los demás a ser más felices (me repito, lo sé, pero es que ¡me encanta!).
Así nació el Plan de Apoyo a Empleados a Medida. Un plan cuyo objetivo es que las empresas puedan cuidar de lo que más importa: las personas. De ahí su nombre: #loque+importa (¿demasiado obvio, tal vez?).
¿Cómo? Poniendo a disposición de su equipo un espacio donde pueden, por un lado, desahogarse y desatar esos nudos emocionales que a todos nos atrapan alguna vez (nudos que, si no deshacemos, nos acaban ahogando). O bien, recurrir a un coach que les ayude a alcanzar su máximo potencial.
Poniendo a disposición de su equipo un espacio donde pueden, por un lado, desahogarse y desatar esos nudos emocionales que a todos nos atrapan alguna vez (nudos que, si no deshacemos, nos acaban ahogando). O bien, recurrir a un coach que les ayude a alcanzar su máximo potencial.
A la hora de diseñar #loque+importa he tenido en cuenta muchas cosas. Lo primero, por supuesto, que las personas debían estar en el centro de todo el plan. Esto es por y para ellas y, por tanto, debía hacérselo fácil y accesible. Por eso me decidí por las sesiones online: pueden disfrutarlas dónde y cuando quieran, y con absoluta confidencialidad.
A continuación decidí otros dos aspectos que me parecen importantes y que aportan un gran valor al plan. Por un lado, la cita previa. Personalizar la sesión es vital para el éxito del proceso. Y para poder hacerlo necesito prepararla: saber con quien hablo, a dónde queremos llegar, cuánto hemos avanzado ya en nuestro camino juntos, y qué nos falta para alcanzar nuestras metas.
El otro, es el directo: nunca uso vídeos pregrabados, todo es de tú a tú. Los humanos somos impredecibles, y aunque prepare muy bien las sesiones nunca sé qué me voy a encontrar: es lo que tienen los nudos emocionales, nunca sabes por dónde van a salir. Así que debo estar en disposición de improvisar. En esos casos, pongo en funcionamiento todos mis recursos, y, entre todos ellos, busco los que sé que ayudarán a esa persona a llegar al punto de equilibrio que necesita. Y eso, personalmente, considero que no se puede “enlatar”.
Los humanos somos impredecibles, y aunque prepare muy bien las sesiones nunca sé qué me voy a encontrar: es lo que tienen los nudos emocionales, nunca sabes por dónde van a salir.
Aunque creo que estos son los aspectos más importantes, en el diseño de #loque+importa he tenido en cuenta un par de cosas más, por ejemplo, la exclusividad. Ya sabes: quien mucho abarca, poco aprieta. Por eso, decidí trabajar con muy pocas empresas: para poder estar disponible siempre que me necesiten. Eso implica tener una agenda amplia.
La otra es el precio: desde el principio tuve claro que el proceso debe ser transparente para las empresas y, por eso, solo deben abonar lo que se consume. Sé que lo más habitual en los programas de bienestar es cobrar un tanto por cada empleado, pero, seamos sinceros, no todos los empleados van a utilizar este servicio. De ahí surgió la idea de crear los packs con diferentes números de sesiones: para que, en función de sus particularidades, cada empresa pueda escoger el que mejor se adapta a sus necesidades.
Con todos estos puntos claros, el plan estaba casi, casi listo. Solo faltaba probarlo y ver cómo funcionaba sobre el terreno. Para eso contacté con algunos amigos a los que les encantó la idea, que estuvieron encantados de ayudarme y a los que estoy enormemente agradecida (vosotros sabéis quienes sois: de nuevo GRACIAS y mil veces GRACIAS).
Debí escogerlos bastante bien, porque tuve la suerte, además, de que fueron los mejores colaboradores con los que uno pueda contar: me dijeron lo que veían bien, lo que veían mal, y, en un ataque de brutal sinceridad, lo que veían fatal. Y después de afinar, pulir y dar cera al producto final, #loque+importa estaba listo para salir al mercado.
En este tiempo, ya hay unas cuantas empresas que han confiado en mí (MIL GRACIAS también a todas ellas) y he tenido el privilegio de tratar temas muy enriquecedores en las sesiones. Temas como estos:
De ahí surgió la idea de crear los packs con diferentes números de sesiones: para que, en función de sus particularidades, cada empresa pueda escoger el que mejor se adapta a sus necesidades.
Empresarios que necesitan aclarar sus prioridades y reforzar sus defensas para seguir luchando por sacar su negocio a flote.
Vendedores que precisan un coach que les ayude a afrontar con éxito su actividad comercial.
Jefes de departamento que requieren herramientas prácticas para liderar a su equipo, porque conocen muy bien su trabajo pero saben poco de personas.
Empleados que se sienten superados por su carga de trabajo, que demandan una ayuda para poder afrontar el día a día con unas pautas organizativas de las que ahora mismo carecen.
Muchos trabajadores (demasiados) acuden a las sesiones afectados por la difícil situación provocada por el COVID, y solicitan apoyo emocional para volver a ser ellos mismos y poder recuperar la normalidad en su vida.
Compartir experiencias y sentimientos con ellos y, sobre todo, verlos mejorar y avanzar en el camino hacia sus metas, es, como decía, un gran privilegio, y hace mi día mejor. ¿Entiendes ahora por qué tengo el mejor trabajo del mundo? Es más: me hace feliz, porque sé que, gracias a la aportación de mi pequeño granito de arena, son más felices.
Si crees, después de todo lo que te he contado, que puedo ayudar a los empleados de tu empresa a ser más felices, por favor, ponte en contacto conmigo. Ya sabes que eso me hará muy feliz también a mí.
Si crees, después de todo lo que te he contado, que puedo ayudar a los empleados de tu empresa a ser más felices, por favor, ponte en contacto conmigo. Ya sabes que eso me hará muy feliz también a mí.
Hola Isabel, has sido tremendamente inspiradora y me identifico totalmente contigo. Hace dos años dejé mi trabajo porque no me motivaba. Aunque las circunstancias son distintas, puesto que ganaba poco dinero, me he sentido parte de tu historia como si fuese la mía propia. Ahora estoy en un momento de reinvención total, confío en la vida y amo cada paso que doy por pequeño que sea. Entiendo la forma de vivir de las personas y mi única función en esta vida es motivar y hacer felices a los demás, pues creo que las personas necesitan un poco de mi forma de pensar para aprender a solucionar problemas que realmente son producto de su idiosincrasia. Aún no he alcanzado mi meta, pero tengo clarísimo que en algún momento conseguiré todo lo que me proponga. Como bien has dicho, no es nada fácil seguir tu intuición en este enrevesado mundo.
Este soy yo: https://jjconesalaboral.wixsite.com/jjconesa
Muchas gracias por haber aparecido en este pequeño instante de mi vida.
Hola Juanjo
Me alegro mucho de que mi historia te haya inspirado. Reinventarse de vez en cuando es muy bueno así que mucho ánimo con el proceso. Si necesitas algo por mi parte, aquí me tienes.
Gracias por tu comentario.