Siempre he dicho que los buenos líderes se descubren en los momentos difíciles: cuando todo parece hundirse a nuestro alrededor surgen cual faro que nos guía y nos lleva, en volandas, a tierra firme. Ante la tormenta se yerguen seguros, confiados y con el temple necesario para capear el temporal. Parecen no tener miedo al mal tiempo cuando todos estamos temblando. Desafían al viento y surcan las olas que, a ellos, parecen acariciarles mientras a los demás nos golpean, una y otra vez, sin que podamos evitarlo. Y, en esos casos, capitanean expertamente el timón hasta acompañarnos al puerto más seguro.
¿Cómo conseguir ser ese líder, ese salvador del barco que zozobra, que va a la deriva? Cuando todo va bien y el mar está en calma es fácil ser ese faro, pero cuando las cosas se tuercen: ¿cómo liderar cuando parece que todo se va a pique? ¿Cómo motivar al equipo en tiempos de crisis?
Hay multitud de variables externas que influyen en la economía y en la sociedad que no podemos manejar y que inciden, irremediablemente, en nuestras organizaciones".
A estas alturas ya sabes que no puedes controlarlo todo. Hay multitud de variables externas que influyen en la economía y en la sociedad que no podemos manejar y que inciden, irremediablemente, en nuestras organizaciones. Cuando esto ocurre y nos asaltan imprevistos imposibles de vaticinar, encarar la situación resulta, como poco, retador.
Vivimos momentos convulsos, así que gestionar y motivar en tiempos de incertidumbre es algo con lo que los líderes del presente se encuentran cada día. Tiempos donde tenemos que mantener la mente más despierta que nunca y donde nuestros instintos, nuestros conocimientos y nuestra experiencia deben entrar en juego a su máxima potencia. Y no podemos perder, porque perder no es una opción: hay demasiado en riesgo.
Hay varias formas de encarar estas situaciones, pero de todas ellas creo que la más inteligente es capear el temporal como decía al inicio. Negar la realidad solo retrasa lo inevitable, así que reaccionar, no dejarse llevar por el pánico, mantenerse firme, con la moral alta y accesible al equipo es lo más sabio. Porque en medio de esa vorágine de circunstancias hay una verdad incuestionable: sin equipo no hay empresa. Por eso en momentos como éste. ellos deben ser tu prioridad.
Así que para empezar voy a pedirte que, por un momento, te pongas en su lugar. Si debido a las condiciones adversas que atravesáis tú tienes miedo, imagínate cómo estarán ellos: vivir sin saber si mañana va a haber empresa a la que regresar o en la duda constante de si voy a tener empleo hace imposible que puedan trabajar en las condiciones que necesitáis en este momento. Por no hablar de la tortura psicológica que implica y que afectará negativamente a su salud emocional. Y así resulta imposible trabajar, producir y rendir.
Nuestra primera labor es la comunicación para la acción. Habla con el equipo de manera transparente y honesta, sin resultar alarmista".
Lo más probable, de hecho, es que estén paralizados, esa es una de las primeras consecuencias del miedo. Por eso nuestra primera labor es la comunicación para la acción. Habla con el equipo de manera transparente y honesta, sin resultar alarmista, claro está. Para conseguirlo expón de manera clara y sencilla lo que realmente está pasando, con hechos y datos concretos, sin juicios de valor. Pero, ojo, no puedes quedarte sólo en eso, y centrarte únicamente en el problema: tienes que dar a conocer también qué planes tenéis para combatir la situación, cómo vais a superarla y qué medidas vais a tener que poner en marcha y cual será su alcance. Explícales, además, qué se espera de ellos, que tienen toda tu confianza, y que juntos saldréis de esto más fuertes.
Por otro lado, tienes que darles también la oportunidad de que pregunten, de que te muestren sus miedos porque será la mejor manera de poder despejarlos y combatirlos. Y, sobre todo, un consejo importante: no mientas. Ya sé que he dicho que no seas alarmista, pero eso no te da carta blanca para decir cosas que sabes que no podrás cumplir. Dar la cara dice mucho de ti y ayudará a los demás a saber qué esperar y por tanto adaptarse a la nueva situación más rápidamente.
Vamos a ponernos en la peor de las situaciones: no poder pagar sus sueldos. Lo primero, como hemos dicho, no lo escondas y comunícalo. Si crees que eso puede ayudar a la empresa a que salga adelante de un bache puntual y tenéis un plan que creéis que puede funcionar, háblalo con el equipo y que sepan la que se les viene encima. Explícales la medida que vais a adoptar, por qué vais a hacerlo, cómo se va a llevar a cabo y qué evolución prevista tiene dicha medida. Si saben lo que va a pasar podrán prepararse para el futuro inmediato, pero encontrarse de pronto con todas las facturas e hipoteca por pagar y que no te llegue el ingreso puede ser demoledor para la gente, así que afróntalo y pide su ayuda y su comprensión. Estoy segura de que si te ven con las ideas claras y la disposición adecuada conseguirás que sigan confiando en ti a pesar de la debacle que les estás comunicando.
Ten presente que en momentos tan duros como éste sale lo mejor del ser humano y también, por desgracia, lo peor, pero si lo haces bien la solidaridad se abrirá paso frente al egoísmo. Habrá gente del equipo a la que su economía personal les pueda permitir ese tiempo sin ingresos, pero otros no podrán asumirlo por mucho que quieran. Y tienes que saber distinguirlos y tratarlos. En este último caso tienes dos opciones: o les pagas (si puedes hacerlo y los demás están de acuerdo, de ahí lo de la solidaridad) o les das la opción de que se puedan buscar otro trabajo.
Una tercera opción podría ser que en lugar de dejar de pagarles el 100% de su salario a todos los trabajadores durante un tiempo, les puedas pagar un porcentaje de su sueldo, aunque eso implicará que se alargará en el tiempo. Díselo, acláraselo y deja que sean ellos quienes decidan: al fin y al cabo, es su vida.
En cualquier caso, como decía, esta es una medida absolutamente extrema así que no lo hagas si no ves que hay posibilidades de que vuestro plan de choque puede funcionar: si no puedes pagar las nóminas y además sabes que hagáis lo que hagáis estáis abocados al cierre la situación es otra muy distinta y por tanto no juegues con la vida de la gente ni con su dinero. Asúmelo, aprende de los errores, y afronta las consecuencias con valentía y honestidad. No hay más ciego que el que no quiere ver, que ese no sea tu caso.
Pero bueno, me esto poniendo en lo peor y espero sinceramente que la cosa no llegue a esto. Así que vamos a continuar con otro punto importante para motivar en tiempos de crisis: predicar con el ejemplo. Comunicar que en la empresa tenéis que apretaros el cinturón y a continuación irte de comilona no es muy buena idea, ¿no crees? O pedirle a los demás que se reduzcan temporalmente el sueldo y que tú cobres íntegra tu nómina tampoco ayuda.
Vigilar más que nunca tu comportamiento y hacer que sea ejemplar es imprescindible para conseguir que los demás arrimen el hombro ahora que más lo necesitáis".
Como líder tienes que ser el que más se sacrifique, y también el que menos se queje. ¿Es injusto? Pues sí, porque tú también eres humano y a lo mejor ni siquiera eres el dueño y eres un empleado más, pero recuerda que estás en una palestra donde todos te ven, eres el referente para los demás. Así que, aunque creas que nadie se va a enterar, lo harán, y las consecuencias serán catastróficas. Por eso, piensa bien lo que haces y no des lugar a que duden de ti. Vigilar más que nunca tu comportamiento y hacer que sea ejemplar es imprescindible para conseguir que los demás arrimen el hombro ahora que más lo necesitáis.
Está claro que, como decía antes, es injusto que tú no puedas quejarte. Y más cuando seguro que eres el que más presión estás soportando y el que, por tanto, más lo necesita. Claro que necesitas desahogarte, de hecho, es muy sano para tu salud mental y física que lo hagas. Lo que digo es que no lo hagas en la empresa: existen otras vías que puedes usar. Hazlo, pero en privado y sin que trascienda.
Algo que también funciona muy bien para motivar en tiempos convulsos es buscar una compensación. Quiero decir: sí, vale, no queda más remedio que reducir salarios, pero a cambio vamos a ser más flexibles con tu horario, o con los días de presencia, o vamos a ofrecerte más días libres. Esto no implica una relajación de las expectativas, porque te necesitamos al 200%, ni por supuesto que baje el rendimiento. De hecho, si se hace bien debería producir justo el efecto contrario y la productividad debería aumentar. Se trata, más bien, de un “win to win”: tú te sacrificas por la empresa y, en reconocimiento a ese esfuerzo extra que estás haciendo, la empresa te ofrece una mayor flexibilidad. Lo que no te pago en salario monetario lo hago en salario emocional. De hecho: ¿sabes que más del 70% de los trabajadores en España estarían dispuestos a cobrar menos a cambio de jornadas de trabajo más flexibles? Pues úsalo a tu favor, porque este debería ser uno de los revulsivos que ponga de nuevo a la empresa en órbita.
Otro punto a tener en cuenta es el reconocimiento laboral: tienes que premiar y felicitar a los que lo están haciendo bien. Por favor, invierte tiempo en esto (y no sólo en tiempos de crisis), porque es importante y hará que la gente se sienta más implicada en los objetivos y, por tanto, trabajará más y mejor. Todo elogio que haga a las personas sentirse satisfechas con su buen hacer y su gran desempeño hará que su motivación crezca y, con ella, que los resultados sean mejores. No tiene por qué llevarte tiempo, pero esos 5 minutos al día bien invertidos pueden valer más que un gran cheque. Un ejemplo sencillo: de vez en cuando envía un email de felicitación a toda la empresa por algo bueno que haya pasado (siempre hay cosas buenas, sólo tienes que buscarlas) y felicita a los empleados por el trabajo bien hecho. Tú te sentirás bien, y ellos se sentirán bien. Y ojo, que la clave aquí es que hay que hacerlo de vez en cuando, no una vez aislada. Si lo haces con asiduidad generarás un espíritu de positividad que se contagiará, correrá como la pólvora por toda la empresa, y creará una mejor atmósfera de trabajo. Y eso, a corto, medio y largo plazo, se mire por donde se mire, implica beneficios.
Algo que no suele hacerse y que también resulta muy motivador es darles a los empleados su propio espacio. Y digo que no suele hacerse porque dejar que los trabajadores hablen libremente suele producir miedo: normalmente porque creemos que van a ser todo críticas y eso es algo que no llevamos bien. Pero darles la oportunidad a los empleados de expresarse, de aportar valor, de decir abiertamente y sin cortapisas qué se hace mal, o, en positivo, qué se puede hacer mejor puede ser también un gran revulsivo para vuestra empresa. Que no te dé miedo: no se trata de un espacio donde la gente se queje de todo y de todos sino una palestra donde se expongan, de puertas para adentro, las posibles mejoras que se podrían implementar y, también, por qué no, las dificultades que se encuentran en su trabajo.
En una palabra, se trata de escucharlos. Porque lo que tienen que decir es importante para el proceso de mejora continua en el que estáis inmersos y que necesitáis que funcione para poder salir del pozo en el que estáis metidos. ¿Quien hay más adecuado que el que hace las cosas, para decirte cómo se podrían hacer mejor? Sé que si lo haces te sorprenderás: verás que no se trata de criticar por criticar (aunque es posible que al principio tengas que ayudarles para dirigir la reunión) sino que aporta, y mucho, a mejorar la calidad de vuestro trabajo. Además, si lo que te preocupa es que de esos espacios salgan nuevos objetivos que te supongan a ti más mochilas que cargar a tus espaldas, te equivocas: si los lideras bien puedes organizar equipos de trabajo que lleven a cabo los acuerdos a los que, por consenso, lleguéis. Ni siquiera tienen que ser los jefes de departamento los que se hagan cargo, puede ser cualquiera que veas que muestra interés y que veas que tiene la constancia para perseguir que se consiga el resultado. Si lo haces así, les darás a todos ese extra de motivación que tanta falta hace. Porque aportar algo positivo y ayudar a conseguir nuevas metas nos hace, a todos, sentirnos genial ¿a que sí? Pues úsalo también en tu beneficio.
Cuida y fortalece tu propia motivación personal. Tú eres el referente, el espejo en el que todos se miran, y, por tanto, no puedes fallar".
Y, por último, pero no menos importante: cuida y fortalece tu propia motivación personal. Ya lo hemos dicho: tú eres el referente, el espejo en el que todos se miran, y, por tanto, no puedes fallar. Si el faro se apaga el barco acabará en las rocas, y tú eres ese faro. La tripulación necesita que su capitán, es decir tú, esté atento para dar los golpes de timón que sean necesarios, y que serán los que los llevarán a buen puerto. Por eso, ahora que te necesitan más que nunca, tienes que estar ahí para ellos.
Pero todos somos humanos. Y nos cansamos. Mucho. Porque tirar de todos todo el tiempo es agotador. Créeme: te entiendo, lo sé, lo he vivido, y estoy aquí contigo, estoy aquí para ti. Por eso he dejado este punto para el final. Pero tengo que decirte que, si no te cuidas, si no trabajas en fortalecer los pilares que te hacen fuerte, si no descansas lo suficiente para coger más fuerzas, si no desconectas de vez en cuando del día a día y dejas que te absorba, si no te apoyas en algo y/o en alguien, no estarás en condiciones de aguantar. Y quiero que lo hagas. Y quiero que tengas éxito. Por eso te digo que es necesario, yo diría vital, que adquieras una serie de hábitos que te ayuden a mantener tu motivación personal. De ahí nacerán tus fuerzas.
Una idea para mantener tu motivación personal a tope puede ser conocer y escribir cuáles son tus razones para alcanzar tus metas personales. Con todos esos motivos diseña un cartel y ponlo en tu habitación, o en el baño, o en la cocina. Cualquier lugar donde puedas verlos y recordarlos cada día. De esta manera, cada vez que te sientas abrumado, angustiado o perdido, las palabras o las imágenes que hayas creado te darán aliento. No te olvidarás ni perderás el enfoque de tu camino.
Es esencial que mantengas la capacidad para ilusionarte. Por muy difícil que sea la situación en la que te encuentres debes seguir dejando volar tu imaginación, y tratar de transformar esos sueños en retos asumibles. Las metas que te propongas han de mantener despiertas tus ganas de salir adelante ante las adversidades, y te ayudarán a crecer, evolucionar y superar los obstáculos. Puedes tomarte unos momentos para reflexionar sobre ello, establecer un plan de acción y, ante todo, actuar sobre ellos. Eso te hará ganar motivación personal.
Date permiso para alegrarte y celebrar los pequeños logros que vayáis consiguiendo. Que estéis pasando un mal momento no significa que todo sea malo malísimo: incluso en la oscuridad hay luz. Así que cuando algo bueno pase, regálate algo (no tiene que ser algo material, puede ser tiempo, o la tarde libre, o un fin de semana de 3 días) y felicítate por lo que sea que hayáis conseguido, porque te brindará una dosis de motivación, entusiasmo y ganas de seguir con las metas que te has propuesto. ¿Sabes por qué? ¡Porque ya has demostrado que lo puedes conseguir! Y porque estáis un paso más cerca del final del túnel.
Recuerda: con la motivación adecuada todo es posible, incluso lo imposible.


Cuando delegas tienes que establecer muy claros varios principios básicos: el trabajo a realizar, los objetivos, las expectativas. Tienes que saber transmitir el por qué, el para qué y el cómo. Además, tienes que conseguir que quien vaya a realizar el trabajo lo haga suyo y que comprenda la importancia y el alcance de éste. Pero también tienes que establecer un canal de comunicación con quien le hayas delegado el trabajo para ver cómo evoluciona, si necesita algo, si todo va como esperabais, si hay que hacer algún cambio o modificación.
La siguiente resistencia es también muy común: yo lo habría hecho de otra manera. Pero ¿acaso no hay distintos caminos para llegar al mismo sitio? El que tú lo hicieses de distinta forma no significa que sea la única ni tampoco la mejor, es preferible que lo sepas. Y que alguien aporte algo nuevo y fresco puede ser de gran ayuda a vuestro equipo. Es más, mi consejo es que debes incentivarlo y promoverlo: probar cosas nuevas, atreverse, intentarlo, conseguirlo y alcanzarlo debe ser una prioridad para todos en la empresa. En este mundo tan ágil y que cambia de manera tan veloz la única manera de sobrevivir y acariciar el éxito es adaptarse y no lo vais a hacer si os quedáis inmóviles y siempre hacéis las cosas de la misma manera. Así que tienes que superar esto y hacerlo ya. Permite que otros aporten su granito de arena, aunque tú tuvieses otra idea en la cabeza. Tal vez tenga razón y, por otro lado, ¿has pensado alguna vez que no estás en la posesión absoluta de la verdad? Pues déjame decirte que no lo estás. Sí, aciertas muchas veces, la mayoría, por eso estás donde estás, pero ¿y si…? Las posibilidades son infinitas, dales una oportunidad a los demás para que las aporten.

Sí debo confesar que hacía cosas como aparcar mi coche siempre en el mismo sitio para que todos supieran que estaba en la empresa (aunque no fuese así). O que me pasaba por los diferentes departamentos, a veces sin ningún motivo concreto, sino con la simple intención de que me vieran. Pero siempre he pensado que era algo bueno: la puerta de mi despacho siempre estaba abierta, siempre, y cualquier persona de la empresa podía venir a hablar conmigo, en cualquier momento.
Hace años el que era mi jefe me dijo que para aprender tenía que equivocarme y fallar, que él asumía que los errores eran una parte de mi trabajo y de mi salario, y debo reconocer que en aquel momento odié esa idea con todas mis fuerzas, y pensé: ¿por qué tengo que estrellarme para hacer mejor mi trabajo, con lo que duele? ¿No sería más fácil aprender por las buenas, no por las malas? Porque, no te voy a engañar, sentir que has fallado es duro y difícil de digerir. Y yo no lo entendía, o no quería entenderlo.
Y ahora vamos a continuar. Estábamos en la parte en la que decía que tenemos que reflexionar y saber dónde hemos fallado para poder corregirlo, recomponernos, y salir de nuevo a comernos el mundo. Porque eso es lo siguiente: vamos a volver a intentarlo y vamos a tener éxito, que ya hemos tenido bastante de lo contrario. Pero para llegar ahí aún falta un poquito, ten paciencia.
Una vez asumido el fracaso, toca dar el siguiente paso: recomponerse. Y para esto, como estás en horas bajas, es posible que precises ayuda. Necesitas un pilar, un bastón en el que apoyarte en estos momentos, que te permita volver a levantarte. Ese pilar pueden ser tu familia, o tus amigos, pero también puede ser otra cosa. Hace poco leí un artículo donde el autor afirmaba que su bastón para superar los baches era su fisioterapeuta, que, según decía, hacía milagros con él. Curioso, ¿verdad? Todos hemos oído historias de gente a la que un viaje con una ONG a un país desfavorecido le cambió la perspectiva de su existencia. O puedes contactar con un coach que te ayude a reconducir tu vida.
Hay rebajas todo el año, nos bombardean constantemente, y el consumidor, sabedor de ello, decide comprar cuando él quiere, no cuando tú lo necesitas. Esos maravillosos ciclos donde las ventas se comportaban todos los años siguiendo un patrón muy claro ya no existen, y, ahora, hacer una mínima planificación resulta casi imposible.
Y sí, véndelo y comunícalo también por internet, no vaya a ser que pienses que estoy contra la venta online, nada más lejos de la realidad. Lo que digo es que si vendes online pero sin ninguna diferencia o especialidad solo serás uno más y por tanto no sacarás tu curva de ventas de la caída en picado que sufre desde hace demasiado tiempo. Hay que tener un plan coherente y realista, incluso para vender online, y hay que hacerlo bien o no servirá para nada.






