Te puede ayudar la puesta en escena, es decir, cómo os sentéis. No te pongas en tu sillón, detrás de tu mesa, porque de esta manera parecerá que lo estás enfrentando y no es esa la situación que necesitas. Así que siéntate a su lado. De esta manera le estarás transmitiendo tu buena disposición y allanará el camino para que te hable de lo que le preocupa.
Y ahora al lío: cómo llevar la reunión. Ya sabes que se cazan más moscas con miel que con hiel, así que empieza recordándole que posee grandes cualidades que son valiosas para vosotros (porque las tiene, sino no estaría en vuestro equipo, y por ellas es que quieres que se quede). Eso hará que baje la guardia, te preste toda su atención, y, sobretodo, que no se ponga a la defensiva. Por supuesto no podemos quedarnos ahí, a continuación tienes que ser muy claro en que existe un conflicto, que estás ahí para lo que necesite, y que tu intención es ayudarl@ a solucionarlo. Ojo: no se trata de hacer todo lo que el empleado quiera pero sí de dedicarle más tiempo y atención. Hazle ver cuál es su conducta pero también cómo podrías ayudarle a mejorarla.
Lo sé, es un proceso largo, que requiere tiempo y paciencia y que, con frecuencia, querrás abandonar. Pero no te rindas, recuerda los beneficios que comentamos con anterioridad, que son mejores que la alternativa: que una persona valiosa tenga que abandonar el equipo.
Como cierre de la reunión es importante que establezcáis algunos compromisos. Esos compromisos deben ser mutuos, sí mutuos: recuerda que te has comprometido a ayudar, así que como conclusión tal vez sea bueno que hagas un resumen de lo que habéis acordado. Cuando lo hagas empieza por tus deberes, y después pasa a los suyos. Así le demostrarás que estás implicado al 100 %, que apuestas por él y que vais a conseguirlo, juntos.
Además, debéis acordar fechas para hacer el seguimiento de esos compromisos. Procura que no se dilaten mucho en el tiempo porque este trabajador requerirá que estés pendiente de él durante las próximas semanas.
Sé lo que parece: es más fácil decirlo que hacerlo. No te agobies, claro que puedes hacerlo. Solo tienes que encontrar la manera: ¿me dejas ayudarte? Tal vez podríamos ensayar juntos esa reunión, buscar la mejor manera de enfocarla y llevarla con éxito. Y hablar después de que la hayas tenido para que sea efectiva y no se quede en una simple charla más. Depende de ti, ¿quieres ser el salvador o el verdugo?