Matar al jefe

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Si cuando has pinchado en el enlace pensabas que ibas a encontrar una guía sobre cómo cometer el crimen perfecto, y poder matar a tu jefe sin que te pillen, lo siento, pero este artículo no es para ti. Y eso que estoy perdiendo lectores nada más empezar, porque un estudio del University College London, asegura que más del 50 % de las personas han tenido dicho pensamiento o idea más de una ocasión y eso lo convierte en ¿normal?

Debo decir que soy de las afortunadas que está en el otro 50 %, nunca he querido matar a mi jefe, solo he llegado a desearle un poquito de dolor, pero soportable, algo así como un parto sin epidural, o unas piedritas en el riñón (dicen que es algo más doloroso que lo anterior). Como veis, poca cosa…

Sí quiero que mates al jefe. Pero al jefe que todos, o casi todos llevamos dentro".

Bromas aparte, y quedando claro que esto no va de hacer apología del crimen, sí quiero que mates al jefe. Pero al jefe que todos, o casi todos (también hay gente sumisa, y sino que se lo digan a Christian Grey) llevamos dentro.

Si a ese: al tuyo, al de tu interior, al que constantemente está diciendo qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo y cuándo hay que hacerlo. A ese jefe que es incapaz de delegar, que se dirige a sus empleados de usted, y que mira el reloj de la pared cada vez que uno entra por la puerta. Y que nadie se retrase ni un minuto (aunque el día anterior ese empleado haya echado allí más horas que él) porque se la lía.

Ese que no puede ni de irse de vacaciones sin organizarle la vida a su familia, a sus cuñados y a sus suegros. A ese jefe que no descansa y no deja descansar a nadie a su alrededor porque siempre está haciendo algo y obliga a los demás a no parar. ¡Con lo sanísimo que es pararse a pensar de vez en cuando!

Ese jefe debería estar muerto, y si no lo está, pues te toca matarlo. Así, sin paños calientes, un disparo rápido y sin remordimientos. ¿Por qué? Pues porque estamos en el siglo XXI, y sencillamente eso ya no se lleva. Así, sin más. Si nadie te lo ha dicho hasta ahora es porque no se han atrevido, pero yo sí: ¡deshazte de ese jefe marimandón, inflexible y petardo ya!

¿Y qué se lleva ahora? Fácil: lo que se lleva ahora es ser líder, no jefe. Aunque creas que has nacido para mandar, el mundo no necesita saberlo y mucho menos sufrirlo, así que guárdatelo para ti.

Lo que necesita el mundo es alguien que le inspire, que le haga querer llegar a ser como tú, que le motive en la adversidad y que te busque en la victoria porque si no la comparte contigo no sabe tan bien".

Lo que necesita el mundo es alguien que lidere, que se gane su puesto y su relevancia para los demás cada día. Lo que necesita el mundo es alguien que le inspire, que le haga querer llegar a ser como tú, que le motive en la adversidad y que te busque en la victoria porque si no la comparte contigo no sabe tan bien. Lo que necesita el mundo es alguien comprometido y que compromete. Lo que necesita el mundo es alguien que sabe lo que el mundo necesita y lo lleva de la mano a alcanzarlo.

¿Suena mejor esto o lo de los cuñados? Y es que hay grandes, enormes diría yo, diferencias entre ser jefe y ser líder. Un líder motiva, no riñe. Un líder comunica, no ordena. Un líder comprende, no reprende. Un líder analiza, no dictamina. Un líder moldea, no manipula. Un líder escucha, no acalla.

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Y no te engañes, todos somos un poco jefes a lo largo del día. Pero ¿a que es bonito imaginar un mundo sin ellos? Pues empieza por el tuyo: mata al jefe y resucita al líder que hay dentro de ti.

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