¿Por qué nos resistimos a delegar?

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Delegar no es una elección, es una necesidad. Todos lo sabemos, pero ¿lo hacemos? Y aún más importante: ¿lo hacemos bien? Delegar es uno de los retos más difíciles a los que cualquier persona que lidere un equipo tiene que hacer frente, y según mi experiencia, no siempre salimos victoriosos del lance. Hacerse cargo del trabajo de otros es complicado, y por eso, nos resistimos (a veces con uñas y dientes) a ello. Pero ten presente que tu capacidad para hacerlo puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de tu equipo.

Ten presente que tu capacidad para delegar puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de tu equipo".

Una de las primeras resistencias seguro que te suena: me cuesta mucho más explicarle a otro lo que hay que hacer que si lo hago yo. Esta es una de esas verdades que todos tenemos muy interiorizadas y que tenemos que combatir. Y no nos engañemos: todos la hemos dicho alguna vez (¡o incluso más!). La realidad es que sí, la primera vez que tienes que explicarle a alguien cómo hacer algo conlleva un gran esfuerzo. Pero una vez se lo has enseñado ya puede seguir haciéndolo y por tanto nos liberamos de trabajo para el futuro.

Voy a poner un ejemplo sencillo que creo que nos ayudará: ¿cuánto le cuesta tu hora de trabajo a la empresa? Espero sinceramente que mucho, porque tú lo vales. Y, por tanto: ¿cuánto le costaría a tu empresa cada fotocopia si te pones tú a hacerlas? Pues lo mismo pasa con otro tipo de tareas. Tu trabajo como líder es encargarte de hacer cosas que aporten valor al negocio, y delegar las que no lo hacen. Las que aportan valor son las que tú y sólo tú puedes hacer, las que hacen crecer vuestro negocio, por las que recibes ese magnífico salario que es mejor que el de los demás. Pero, si te dedicas a tareas que podría hacer cualquier otra persona no tendrás tiempo de pensarlas y llevarlas a cabo. Tu labor es cuidar y hacer crecer la empresa, y cualquier cosa que te distraiga de ese cometido es un error.

A continuación, me dirás: me roba mucho tiempo explicarle a alguien lo que hay que hacer, acabo antes si lo hago yo mismo. ¡Brrrrr! Otro error, y de los gordos. Estamos en el mismo bucle, porque ¿es que acaso tienes que hacerlo todo tú solo? ¿En qué te convierte eso sino en un esclavo del trabajo? Y, ¿es eso lo que quieres para tu vida y para tu empresa? Que lo hagas tú todo, solo, te aleja cada vez más del éxito porque no te permite avanzar. Y tampoco permite avanzar al equipo. Así que te pregunto de nuevo: ¿es eso lo que quieres?

Ten siempre presente algo muy importante cuando delegues: se delegan funciones, no responsabilidades".

Como estoy segura de que has contestado que no, vamos a continuar. Otra resistencia muy común que nos sirve para evitar delegar es: si le encargo esto a otra persona pierdo el control sobre el resultado. Soy consciente de que, como líder, para ti la sensación de que tienes todo bajo control es muy importante, es inherente a tu capacidad de liderazgo. Pero ten siempre presente algo muy importante cuando delegues: se delegan funciones, no responsabilidades. Esto no va de que le pases el trabajo a otros y que te desentiendas. Que te sientes en tu despacho, en silencio, a rezar para que nada se tuerza y todo salga bien. Nada más lejos de la realidad. Delegar implica que estés involucrado en el proceso y, por supuesto, en el resultado, pero dejando a otros hacer.

delegarCuando delegas tienes que establecer muy claros varios principios básicos: el trabajo a realizar, los objetivos, las expectativas. Tienes que saber transmitir el por qué, el para qué y el cómo. Además, tienes que conseguir que quien vaya a realizar el trabajo lo haga suyo y que comprenda la importancia y el alcance de éste. Pero también tienes que establecer un canal de comunicación con quien le hayas delegado el trabajo para ver cómo evoluciona, si necesita algo, si todo va como esperabais, si hay que hacer algún cambio o modificación.

Y digo establecer un canal de comunicación porque no se trata de que cada 5 minutos le preguntes cómo va: eso no es delegar (se me ocurre otro nombre para describirlo, pero no es políticamente correcto). Ni tampoco que esa persona te tenga que preguntar cada paso que da, porque eso sí que te robará tiempo y energía y solo reforzará tu creencia inicial de que delegar conlleva demasiado esfuerzo y que todo saldría mejor si lo hicieses tú directamente.

Si tienes un colaborador que se pasa todo el tiempo preguntándote qué hacer, devuélvele la pelota a su tejado con frases como: ¿tú qué harías? ¿Qué es lo que has pensado tú? ¿Se te ha ocurrido algo que podría mejorar el proyecto? ¿Estás encontrándote con alguna dificultad? ¿Cuáles son y cómo crees que podríamos resolverlas? De esta manera le estás transmitiendo que valoras y aprecias su opinión. Eso lo empodera y verás que cada vez serán muchas menos las veces que vaya a interrumpirte, porque va a saber que cuenta con todo tu apoyo y que confías en que podrá solucionar los problemas cuando se los encuentre.

Y esto me da paso para hablar de otra de las resistencias para evitar delegar. Atento, porque esta es de las importantes: no tengo nadie en quien delegar. Esto también te suena, ¿a que sí? Pues vamos a ello, y aviso, voy a ser dura en esta reflexión. ¿De verdad estás diciendo que entre todo el equipo de profesionales que te rodea, y que tú has escogido, no hay nadie capaz de hacer ese trabajo? ¿Es que acaso solo tú eres el “elegido” que, con su mente privilegiada, es el único en el universo que puede llevarlo a cabo con éxito? ¿Es que no hay nadie en quien confíes a quien puedas encargarle esa tarea? ¿Tan mal concepto tienes de tu equipo?

Que no tengas a nadie a quien consideres valioso en tu equipo como para delegar dice más de ti que de ellos".

En este punto, como decía, tengo que ser dura (te pido disculpas por adelantado): si no tienes a nadie en tu equipo en quien puedas delegar permíteme decirte que necesitas ayuda. Y urgente. Bien sea porque no sabes seleccionarlos, o porque no eres capaz de comunicarles los objetivos, o porque no sabes cómo detectar, atraer y retener el talento, pero algo importante está fallando. Porque que no tengas a nadie a quien consideres valioso en tu equipo como para delegar dice más de ti que de ellos, y, lo siento, pero no dice nada bueno.

Los humanos solemos encasillar a las personas. Si siempre los vemos haciendo lo mismo tendemos a pensar que no son capaces de hacer nada más que eso, pero ¿acaso les hemos dado la oportunidad de hacer otra cosa? Todos tenemos talentos, unos más a flor de piel, otros más ocultos, pero todos los tenemos. Y nuestro trabajo como líderes es potenciar y sacar el máximo partido de esos talentos de cada miembro del equipo.

Así que te toca hacer un esfuerzo, ver y analizar los puntos fuertes de cada uno, e intentar hacer las cosas de manera distinta. Piensa que delegar es un proceso. No tienes por qué hacer todo de golpe, puedes ir paso a paso, de menos a más e ir probando qué es lo que mejor funciona en vuestro caso, quien es bueno haciendo qué y cuándo y cómo. Al principio te supondrá un esfuerzo extra importante, pero, como en toda buena inversión, los beneficios, al final, son muchos.

Otra cosa que podría ocurrir, no sé si es tu caso, es que nos da miedo rodearnos de gente que nos puede hacer sombra. Alguien que con el tiempo pueda llegar a ser incluso mejor que nosotros mismos. O que sea tan bueno que pienso: para qué voy a invertir un montón de tiempo y esfuerzo en formarlo si es tan bueno que es muy probable que se vaya a la primera de cambio. Esta es fácil de responder, te voy a citar a uno de los empresarios a los que más admiro: Amancio Ortega. Supongo que sabes que es una persona con muchísimo mérito, ha conseguido algo absolutamente increíble, y lo ha hecho desde cero. Cuando en una ocasión, una persona cercana a mí le preguntó al señor Ortega cual consideraba que era la clave de su éxito como emprendedor, respondió: “siempre me he rodeado de personas que eran mejores que yo”. Ahí lo dejo.

El que tú lo hicieses distinto no significa que sea la única forma de hacerlo ni tampoco la mejor".

delegarLa siguiente resistencia es también muy común: yo lo habría hecho de otra manera. Pero ¿acaso no hay distintos caminos para llegar al mismo sitio? El que tú lo hicieses de distinta forma no significa que sea la única ni tampoco la mejor, es preferible que lo sepas. Y que alguien aporte algo nuevo y fresco puede ser de gran ayuda a vuestro equipo. Es más, mi consejo es que debes incentivarlo y promoverlo: probar cosas nuevas, atreverse, intentarlo, conseguirlo y alcanzarlo debe ser una prioridad para todos en la empresa. En este mundo tan ágil y que cambia de manera tan veloz la única manera de sobrevivir y acariciar el éxito es adaptarse y no lo vais a hacer si os quedáis inmóviles y siempre hacéis las cosas de la misma manera. Así que tienes que superar esto y hacerlo ya. Permite que otros aporten su granito de arena, aunque tú tuvieses otra idea en la cabeza. Tal vez tenga razón y, por otro lado, ¿has pensado alguna vez que no estás en la posesión absoluta de la verdad? Pues déjame decirte que no lo estás. Sí, aciertas muchas veces, la mayoría, por eso estás donde estás, pero ¿y si…? Las posibilidades son infinitas, dales una oportunidad a los demás para que las aporten.

Y ahora vamos a por la última de las resistencias que, a mi modo de ver, nos impiden delegar con éxito. Tienes que reconocerlo: te gusta hacer ese trabajo. Hay cosas que, aunque sabemos que no aportan valor, nos gusta hacerlas, nos sentimos bien haciéndolas, y, además, inconscientemente muchas veces, nos sirven de excusa para no tener que hacer otras que no nos gustan tanto. Esto, siendo sinceros, también te pasa ti ¿verdad? Es normal: todos tenemos nuestras pequeñas debilidades, pero tengo que decírtelo: los buenos líderes son los que las superan y se hacen más fuertes a pesar de ellas.

Entiendo que todos necesitamos un respiro: es imposible rendir al 120 % durante 8 horas seguidas (como ves soy bien pensada y no he supuesto que trabajas 10 ó 12 horas cada día, cosa bastante probable si no delegas). Así que puedes darte algún capricho y conservar alguna de esas tareas que te encantan, pero escógelas bien y que no sean demasiadas: que no resulte que te entierras en cosas improductivas que te impidan hacer lo que mejor sabes, llevar a tu equipo a lo más alto de su capacidad.

Superar estas resistencias que todos tenemos, es el primer paso para poder estar en disposición de delegar bien. Por supuesto, a todo esto, hay que añadir que tienes que saber escoger qué y en quién delegar, cómo comunicarlo e incentivarlo, hacer un buen seguimiento del progreso y dar el feedback pertinente, y compartir el resultado del éxito con todos, así como reconocer públicamente el mérito de los que se lo hayan ganado. Pero esto lo comentaremos en un próximo artículo del blog: Cómo delegar con éxito.

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