Quiérete mucho

Autoestima

Por mucho que digamos que no, a todos nos importa lo que piensen de nosotros. Pero demasiado a menudo olvidamos que lo más importante es lo que piensas de ti mismo. ¿Quieres que los demás te quieran? Pues quiérete mucho.

Hay miles, millones diría yo, de cosas que haces bien, pero nos quedamos con las malas: ¿por qué? ¿Por qué te castigas por los errores, los fallos, las cosas que tienes que mejorar? ¿Por qué no te centras en lo bueno que hay en ti, que es mucho y precioso?

Gran parte de la explicación a esa negatividad hacia nosotros mismos viene por nuestra historia personal. Si de pequeño te repiten que eres demasiado …….……. (rellena la línea de puntos según tu experiencia), es fácil que te lo creas.  

De esa línea parten muchas cosas: cómo ves el mundo depende de cómo te ves a ti mismo. Y cómo te ves a ti mismo depende de cómo has vivido tu vida anterior. Y eso, a su vez, condiciona la manera en la ves el mundo. ¿Un galimatías? No, simple realidad.

Si de pequeño te repiten que eres demasiado …….……. (rellena la línea de puntos según tu experiencia), es fácil que te lo creas.  

Autoestima

Aunque los científicos dicen que somos pura química, yo creo que estamos hechos de sentimientos. Negativos y positivos, pero sentimientos, al fin y al cabo.

Somos ambiciosos, pero también miedosos. Complejos, pero a veces demasiado simples. Egoístas, y también capaces de los más bonitos actos de altruismo.

Cometemos las tropelías más viles y los actos más gentiles.

Somos, en una palabra, contradictorios.

En ese viaje por la montaña rusa de nuestros sentimientos podemos pasar de la felicidad más absoluta a la más triste de las penas.

Todo en décimas de segundo.

Todo dentro de nuestra cabeza.

A veces, el quiérete mucho, nos queda demasiado lejos.

¿Cómo manejar todo ese poder? ¿Qué hacer para quedarnos con lo bueno y desechar lo malo? ¿Cómo querernos más?

Lo primero: conocernos. Debemos ser realistas y sinceros con nosotros mismos. Realistas porque menospreciar lo que somos no lleva a nada bueno. Y sinceros porque engañarnos sólo provocará más negatividad.

Para saber a dónde ir tenemos que saber de dónde partir.

Autoestima

Respecto a esto último ¿cómo saber cual es tu nivel de autoestima? ¿Es el nivel adecuado? ¿Cuáles son los síntomas de una autoestima baja? Aquí tienes algunos:

  • ¿Le echas la culpa a la mala suerte?
  • ¿Eres el que siempre lo fastidia todo?
  • ¿Te exiges demasiado y nunca estás a la altura?
  • ¿Te cuesta acabar lo que empiezas?
  • ¿Sientes miedo a que te rechacen, a ti o a tus ideas?
  • ¿Necesitas la aprobación de los demás para ponerte en marcha?
  • ¿Sientes que los demás siempre lo hacen todo mejor que tú?
  • ¿Piensas que lo bueno que te ocurre es gracias a los demás, nunca es por tus propios méritos?
  • ¿Te disculpas todo el tiempo?
  • ¿Tienes la sensación de que siempre molestas?
  • ¿Dejas de intentarlo porque crees que no eres capaz?
  • ¿Te dejas llevar, nunca tomas la iniciativa?
  • ¿Crees que siempre tomas la decisión que menos te conviene?

Menudas preguntitas, ¿verdad? Pero son necesarias si el quiérete mucho quieres que sea un nuevo objetivo en tu vida.

Para saber a dónde ir tenemos que saber de dónde partir.

Aunque tenemos una historia personal que nos influye en cómo nos sentimos, eso no implica que nos tengamos que sentir así siempre.

Porque, déjame decirte algo muy importante: aunque tenemos una historia personal que nos influye en cómo nos sentimos, eso no implica que nos tengamos que sentir así siempre. Más aún: no significa que tengamos que actuar de acuerdo con cómo nos sentimos.

Podemos cambiar.

Podemos mejorar nuestra visión de nosotros mismos.

Podemos ser nuestra mejor versión.

Quiérete mucho. Quiérete mejor.

Autoestima

¿Cómo?

  • El traje de la suerte. ¿Sabes ese traje/vestido que tanto te gusta, con el que te sientes bien y que te da seguridad? Es el que tienes que ponerte los días que te sientas más bajo de moral. O cuando tienes que acudir a un evento especial pero que te pone más nervioso de lo que debería. Con él triunfas ¡seguro!
  • Regálate un capricho. Fijo que hay algo: unos zapatos, un reloj, un nuevo móvil; algo que no te permitas, pero te gustaría tener. Pues bien: ponte un objetivo, por ejemplo, salir del trabajo a tu hora. Cada día que lo consigas mete una moneda en tu hucha de los caprichos. ¡Antes de que te des cuenta, el nuevo iPhone estará en tus manos!
  • Haz el bien y no mires a quien. Empecé este artículo diciendo que para que los demás nos quieran tenemos que querernos a nosotros mismos. Y ahora salgo diciendo que hagamos algo por los demás. Pero es que hacer algo por otra persona es una forma genial de sentirnos bien con nosotros mismos. ¿Sabes por qué? Porque la felicidad es contagiosa, y hacer felices a los demás nos hace felices. ¿A que sí? No tiene por qué ser algo complicado: puedes llevarle el café a alguien de tu oficina sin que te lo pida. O, simplemente, hazte voluntario de una ONG. ¡Tú decides el nivel!
  • Limpia tu agenda. Aléjate de quien no te transmite nada bueno a la de ya. Y quédate con los buenos, los que te hacen sentir bien y te valoran por lo que eres, no por lo que tienes o lo que representas. Ya sé que nadie es perfecto y no pretendo que lo sean, pero solo se vive una vez: ¿quieres hacerlo rodeado de gente que te amarga la existencia? ¡De ninguna manera!
  • Deja de disculparte por todo. ¿Esto necesita explicación? Creo que no, pero por si acaso: haz una lista. Sí, dichosas listas, los psicólogos las usamos demasiado, lo sé, pero son importantes. En fin, la lista esta vez es con las disculpas que repites con más frecuencia. Cosas como “siento molestar”, “lamento dar tanto la lata”, y cosas así. Y ahora cámbialas por frases positivas: “gracias por atenderme”, “has sido muy amable”. Esas son las que vamos a usar a partir de ahora. ¿De acuerdo?

Autoestima

  • ¡Libérate!. Esto es sencillo: ¿que ir con tu madre a clases de masterchef no te hace feliz? Pues no lo hagas. ¿Qué acompañar a tu compañero de trabajo a clases de chino mandarín no te gusta? No lo hagas. Quédate solo con lo que te haga feliz, y deja de hacer cosas que hacen felices a los demás, pero a ti te suponen un problema.
  • Regálate los oídos. Ahí viene otra lista: anota las 10 cualidades que más te gustan de ti. Si 10. Seguro que hay muchas más. O a lo mejor piensas que son demasiadas. Desde ya te digo que no lo son. 10 es un gran número. Y créeme, tienes millones de ellas. Solo tienes que pararte y pensar. Tal vez pueda ayudarte preguntarle a la gente cercana en la que más confías, cuales de tus cualidades aprecian más. Seguro que esto acaba con una enorme sonrisa en tus labios.
  • Cambia lo que no te guste. Nos pasamos la vida quejándonos, pero ¿has intentado cambiar lo que no te gusta de ti? Pues si no lo intentas mal vamos: da el paso. ¿Crees que no deberías ser tan cotilla? Esfuérzate en cerrar el pico. ¿Eres demasiado condescendiente? Atrévete a dar tu opinión y hacer lo que tú quieres hacer, no lo que los demás quieren que hagas. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

La felicidad es contagiosa, y hacer felices a los demás nos hace felices.

No voy a ponerme tremenda a estas alturas (o no más, mejor dicho), pero debes saber que esto no se consigue de un día para otro. Quererse mucho se consigue con un proceso, y lleva su tiempo, como casi todo.

¿Mi consejo final? Hazte un plan y cúmplelo. Mímate. Ve soltando amarras. Deshazte de las mochilas que te lastran. Sácate de encima lo que no te suma. Manda a la porra lo que te resta.

Pide ayuda si lo necesitas. Te vas a alegrar en cuanto empieces, porque ese acompañamiento te va a dar las fuerzas para seguir adelante. 

¿Listo para dar el paso?: aquí estoy, como siempre, a tu disposición.

Y, sobre todo: quiérete mucho, por favor.

Dejar un comentario

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *