Cuando eres malo

Mal comportamiento

Cuando nos sentimos acorralados, nos defendemos. Con uñas y dientes si es necesario. Algunas veces, esa defensa va más allá y, una vez que hemos perdido los estribos, explotamos: ahí es cuando eres malo. Sin querer, sin que puedas remediarlo, pero eres malo.

¿Por qué? Pues porque, como muy bien sabes (es una de esas verdades universales que todos conocemos), no hay mejor defensa que un buen ataque. Y los humanos somos los mejores atacando, ¿verdad?

¿Qué hacer cuando eso ocurre? ¿Cómo reaccionar cuando has perdido los papeles? ¿Cómo arreglarlo,  cuando has traspasado los límites y, en esa ofensiva desplegada para defenderte, vas demasiado lejos?

¿Qué hacer cuando eres malo?

Un buen amigo y consejero te dirá que tienes que intentar, por todos los medios a tu alcance, que esas situaciones no ocurran. Que tienes que aprender a respirar hondo; a coger distancia de la situación; a no tomártelo como algo personal; a calmarte en situaciones de alto impacto emocional.

¿Qué hacer cuándo has traspasado los límites y, en esa ofensiva desplegada para defenderte, vas demasiado lejos?

Bueno o malo

Alguien que te quiera y te aprecie te dirá que, a veces, una retirada a tiempo es una victoria y que no pasa nada por dar un paso atrás. Te explicará que no todo vale; te hará ver que soltar toda tu artillería sobre el contrario no traerá nada bueno para nadie.

Quien tenga experiencia suficiente, alguien a quien le importes, te contará cómo puede afectar tu ataque implacable a todos los implicados. Y cómo eso te incluye a ti y a tus intereses. Y, claro, también a los intereses de tu empresa.

Alguien que te desea lo mejor, te describirá cómo él ha pasado por esa situación en el pasado, y cómo aprendió, por las malas, de la experiencia. Su objetivo será que tú no tengas que pasar por lo mismo.

Porque en una guerra todos pierden. Y aunque tu defensa tenga éxito, salgas vencedor, y consigas aniquilar al enemigo, te sentirás tan mal haciéndolo que no merecerá la pena el sacrificio.

Portarnos bien es lo que siempre queremos. No hacer daño a nadie a propósito debería ser una aspiración. Usar la fuerza para el mal no es algo que se elija a sabiendas. Pero, a veces, ocurre, se desata la tormenta perfecta y ahí en medio estamos nosotros: azotados por las olas, el viento, la lluvia, y reaccionamos mal.

Porque en una guerra todos pierden. Y aunque tu defensa tenga éxito, salgas vencedor, y consigas aniquilar al enemigo, te sentirás tan mal haciéndolo que no merecerá la pena el sacrificio.

Desaprobación

Puede que hayas pasado mala noche después de una especialmente agobiante semana de trabajo. Y que justo ese día que tienes los nervios a flor de piel es el que elija ese empleado revoltoso que todos tenemos para tocarte las narices. Y, entonces, estallas. 

También podría ser que el día en el que todo son malas noticias, que te han comunicado que habéis perdido ese contrato tan importante por el que llevabais tanto tiempo luchando, sea el que elige tu jefe para recordarte todo lo que haces mal. Puede que, incluso, se ensañe contigo. Y tú, que estás al filo, estallas.

¿Qué ocurre cuando estallas? Pues que haces cosas. Cosas que no están bien; que realmente no quieres hacer; de las que te arrepientes nada más hacerlas. Pero ya están hechas. Y el reloj no tiene marcha atrás: no se puede deshacer lo que está hecho.

¿Qué hacer cuando somos malos? ¿Qué sucede cuando, en un momento de tensión, no lo hacemos bien y metemos la pata hasta el fondo?

Tenemos dos opciones: comernos la cabeza hasta el infinito, lamernos las heridas e ir de víctimas por la vida.

Cuando estallas haces cosas. Cosas que no están bien; que realmente no quieres hacer; de las que te arrepientes nada más hacerlas.

Manzana podrida

La otra, la que yo escogería, claro está, es reaccionar. Asumir lo que has hecho con valentía, reconocer tus errores, y estudiar las alternativas que tienes para darle la vuelta a la situación.

Para conseguirlo, lo primero es mantener la calma. Y lo segundo, tomar distancia.

Ver las cosas desde fuera, como un mero observador, te ayudará a poner todo en su sitio. Sin emociones negativas que interfieran en tu criterio; tratando de alcanzar la objetividad.

Una vez que has conseguido observar la situación en perspectiva, acércate a las personas afectadas por tu metedura de pata. No tengas miedo: pregúntales cómo lo han vivido, cómo les has hecho sentir, y sobre todo, trata de averiguar cuánto daño ha provocado la onda expansiva de tu explosión.

Un Warning ⚠️ en este punto: acepta lo que te digan con humildad, no te lo tomes como una crítica ni como algo personal o lo harás peor.

Tienes que darles la oportunidad de que se expliquen; mantener la serenidad; aguantar el tipo, y escuchar cómo un campeón cómo les ha afectado tu mal comportamiento. Ellos necesitan desahogarse, y tú, necesitas curarte.

El saber cómo ha perjudicado tu conducta a los demás te ayudará, además, cuando tengas que pasar por una situación similar. Recordarás lo mal que te sentiste y tratarás de no volver a pasar por ello.

Tienes que aprender a manejar las situaciones de alto impacto emocional. Es algo que se puede entrenar, así que ponte a ello sin falta.

Esas conversaciones te ayudarán también a encontrar la clave para arreglarlo. Porque ya sabes: todo tiene solución en esta vida (menos la muerte y Hacienda, claro). Con esa idea en mente, la de arreglarlo, es como debes afrontarlas.

Y por supuesto: tienes que disculparte. Has metido la pata, has sido malo, sin querer, arrastrado por la situación, pero lo has sido. Así que lo mínimo que puedes hacer es pedir perdón y prometer que podrás todo de tu parte para que algo así no vuelva a suceder.

Aquí, permíteme una cuña publicitaria, pero creo que es importante. Esto último tienes que hacerlo: tienes que aprender a manejar las situaciones de alto impacto emocional. Es algo que se puede entrenar, así que ponte a ello sin falta.

Porque una explosión en un momento determinado se puede entender y se puede perdonar, pero más de una, pues no. Ten esto presente y ponte manos a la obra para arreglarlo. Si necesitas ayuda profesional (y aquí es donde va el anuncio) estoy a tu disposición.

Mala conducta

Volvamos a centrarnos, estábamos en las disculpas. Si la salida de tiesto ha sido en público déjame decirte que la petición de perdón también tiene que ser pública. Es una penitencia, lo sé y entiendo que lo sientas así, pero es necesario y lo sabes. Al fin y al cabo, tratamos de volver a poner todo en su sitio y, por tanto, debe tener la misma repercusión.

Además, debes saber algo importante: pedir disculpas a tu equipo no te hace más débil a sus ojos. Al contrario: demostrarás un espíritu y una fuerza que te harán digno de su admiración. Pocos valientes se atreven a hacerlo y que tú des el paso conseguirá ayudar en el camino hacia la recuperación de la confianza.

Y estarás dando un gran ejemplo, y eso, créeme, siempre vale la pena.

Si necesitas ayuda cuando eres malo, ya sabes que estoy aquí: te traeré de vuelta del lado oscuro de la fuerza. Si Darth Vader lo consiguió, nosotros también podemos 😇

Si Darth Vader lo consiguió, nosotros también podemos

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