Pensamos que vivimos bien, pero, realmente, somos esclavos modernos. Esclavos porque los horarios que tenemos son matadores y modernos por toda la tecnología que nos rodea y nos engancha.
Nos estamos haciendo adictos, si es que no lo somos ya. Tanto al trabajo como a los móviles.
Trata de hacer memoria. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación con alguien, de esas interesantes y profundas, sin dispositivos electrónicos por medio? ¿Cuánto hace que jugaste un partido con tus hijos, de esos que acaban con todos por el suelo a carcajadas? ¿Cuándo tiempo ha pasado desde que cenaste con tu pareja a la luz de las velas, los dos solos y vuestro amor?
Si ni te acuerdas, tal vez empieces a entender lo de que somos esclavos modernos. Voy a seguir explicándome, a ver si te convenzo aún más.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística confirman que los jefes trabajamos, de media, 45,4 horas a la semana. Eso significa que, si quitamos las funciones básicas como dormir o comer, nos pasamos, prácticamente, el 70% de nuestro día trabajando.
Demasiado, lo sé.
¿Y el 30% restante? ¿Lo adivinas? Pues al móvil.
Nos estamos haciendo adictos, si es que no lo somos ya. Tanto al trabajo como a los móviles.
Tanto en el trabajo como fuera: ¿cuántas veces consultas tu móvil? ¿Quieres saberlo? Pues ahí va: consultamos nuestro Smartphone 100 veces al día. Sí, has leído bien: 100 veces al día.
Según estudios recientes, en España nos pasamos 5,14 horas al día conectados a internet, más de la mitad de ellas, a través del móvil.
Pero, ojo, los hay peores: nuestros hijos se pasan casi 6 horas al día con su teléfono. Lo consultan, literalmente, ¡cada 2 minutos!
¡Eso son 3 meses al año mirando una pantalla!
A mi modo de ver, tenemos un problema. Por eso digo que somos esclavos modernos, ¿no crees?
Salir a primera hora de la mañana de casa y no volver hasta la noche no facilita un desarrollo sano de nuestra vida personal y familiar, eso está claro.
Vivir la vida a través de una pantalla, por mucha resolución que éstas tengan, tampoco.
Hagamos cuentas. Si nos pasamos el 70% del día trabajando, y el 30% con el móvil: ¿dónde quedan la familia, la amistad, el deporte, la lectura? ¿Dónde el caminar de la mano y las conversaciones que te marcan para siempre? ¿Dónde queda el resto de mi vida?
¿Ves ya el problema?
Consultamos nuestro Smartphone 100 veces al día. Sí, has leído bien: 100 veces al día.
Si lo ves, ahora te estarás preguntando: ¿qué hago para solucionarlo? Porque, aunque nos guste lo de ser modernos, la parte de ser esclavos no mola nada, la verdad. Al menos a mí no, espero que a ti tampoco.
No me malinterpretes: soy como todos. Lo confieso, yo también estoy enganchada. Al móvil y al trabajo. Y me parece bien pasar una parte del día en ambos.
El problema, para mí, no es lo que hacemos sino cuánto lo hacemos. Está bien revisar tus mensajes de vez en cuando, o entrar cada rato a ver qué se cuece en las redes sociales. O tener que salir un día del trabajo después de 12 horas interminables.
Pero eso no debería ser la norma, sino la excepción.
Lo que hemos convertido en algo habitual debemos ser conscientes de que no lo es. Y, lo que es aún mejor, ponerle remedio.
No queremos ser esclavos modernos. Ala, ya lo he dicho.
¿Cómo?
El primer paso es reconocerlo, ser conscientes de que tenemos un problema y que debemos cambiar nuestras rutinas. No es necesario ser radical, no hay que hacerlo de golpe, vamos a ir paso a paso.
En el trabajo, trata de salir más temprano. Una idea puede ser adelantar tu salida cada día 5 minutos. Al empezar tu jornada ponte una alarma en el móvil (irónico que recurra al aparatito del demonio, lo sé, pero resulta útil) con tu nueva hora de salida y cúmplela. El trabajo seguirá esperándote mañana. Verás que no es tan difícil, y lo mejor, que no pasa nada malo porque te vayas antes.
Con ese tiempo extra que vayas ganando (¡en solo una semana 30 minutos!) no te encierres ni te enganches al móvil: haz planes. Salir de la oficina cuando aún es de día, además de proporcionarte alegría por haber cumplido tu meta, ofrece muchas posibilidades.
Mi recomendación es que en esos planes incluyas a otras personas. Si tienes un compromiso que cumplir te será más fácil evitar las mil excusas que siempre surgen cuando vamos a salir por la puerta.
Haz algo con tus hijos, o con tus amigos, o con tu pareja. Apúntate a clases de baile, de Pilates, o de yoga. Sal a dar a paseo por el parque y que os dé a todos el aire fresco y el sol en la cara. Piensa en algo que a tus hijos les hace mucha ilusión y sorpréndeles haciéndolo con ellos: juntos.
Si lo haces, todo esto te reforzará en tu misión (porque disfrutarás de lo lindo) y conseguirás tu propósito.
Lo que hemos convertido en algo habitual debemos ser conscientes de que no lo es. Y, lo que es aún mejor, ponerle remedio.
Y ahora viene la parte difícil: ¿qué hacemos con el móvil? O, mejor dicho, ¿qué NO hacemos con el móvil?
Aquí van algunos consejos para desengancharse del móvil que tú y tus hijos podéis seguir y que dejéis de ser esclavos modernos:
- Desactivad las notificaciones. Eso evitará lo que hacéis cada vez que tu móvil pita o vibra: coger el móvil y revisar, no sólo lo que te ha llegado, sino todo lo demás.
- NO pongáis el móvil a cargar en la mesilla de noche. Dejadlo en la cocina, o el salón, o en el baño, pero no donde dormís. Ah, ¿que lo usáis cómo despertador? Pues déjame decirte que venden unos monísimos que seguro que van genial con la decoración de vuestros dormitorios.
- Tenéis que dejar esa costumbre de revisar lo que ha pasado en las redes o en WhatsApp en la cama antes de dormir.¿Sabes que hay libros increíbles que os llevan a sitios fascinantes? Podéis leerlos juntos, eso os unirá aún más.
- ¿Cuántas App tenéis en vuestros móviles que no usáis desde hace meses? Os toca hacer limpieza: eliminadlas. Es una rutina que podéis hacer juntos, como familia, mensualmente: “el día de la limpieza del móvil”. Puede resultar divertido, pruébalo.
- Debéis poner unas normas sobre cuándo llevar el móvil encima y cuando no. Si, has leído bien: no siempre necesitas el móvil contigo. Puedes dejarlo en el coche, o en casa. Sé que lo necesitáis cerca, “por si pasa algo” (es la frase que siempre nos decimos). Pero no es así: hemos vivido miles de año sin ellos, ¿por qué vosotros no podríais sobrevivir sin él?
- Por último, el más radical: apagarlo. Sí, ya sé que los fabricantes de esos dispositivos son muy listos y han hecho muy difícil el poder hacerlo. En muchos han eliminado el simple botón superior derecho. Pero sé que vosotros sois muy inteligentes y que podéis conseguir saber cómo hacerlo. Y sé que sois fuertes y conseguiréis que unas horas al día vuestro teléfono descanse. Confía en mi: el mundo seguirá girando. Mark Zuckerberg seguirá pudiendo espiarnos y haciéndose millonario con ello. Y Google seguirá reforzando sus galletitas (cookies), y sus miles de maneras de enseñarnos los anuncios que nos persiguen cada vez que buscamos algo.
Tenéis que dejar esa costumbre de revisar lo que ha pasado en las redes o en WhatsApp en la cama antes de dormir.
Si sigues estos pasos sencillos estarás más cerca de liberarte. O ¿es que queréis seguir siendo esclavos modernos?
Tal vez creas que podría venirte bien alguna ayuda para soltar vuestros grilletes: aquí estoy si me permites acompañarte.
Me parece un artículo muy interesante e importante que mucha gente debería de leer.
Muchas gracias Vatjan. Me alegro de que te haya resultado útil
voy a salir desde ya 5 minutos antes
¡Que bien Juan Francisco! Estoy segura de que mejorará mucho tu calidad de vida. Recuerda que con el tiempo que ganes al trabajo es bueno hacer algo en compañía
Me encantará saber cómo te va siguiendo este consejo