MOVILego

Móvil ego

Todos conocemos a alguien a quien le suena el móvil constantemente. Y si no conoces a nadie, es que eres . Eres MOVILego.

Para esa persona su móvil es una de las herramientas más preciadas. Le ayuda a medir su importancia por el número de veces que suena al día. O eso es lo que cree.

Y ¡hay como suene menos de tropecientas veces! Entra en modo pánico ON y que dios coja confesado a los que estén a su alrededor.

A todos nos gusta sentirnos importantes, no te engañes. Es una sensación placentera ser el centro de atención y que otros dependan de ti, por mucho que quieras hacerte el tímido.

Pero hay personas que necesitan sentirse MÁS importantes 🔝. Personas que precisan inflar su ego constantemente, estar en medio de todo lo que ocurre, y que les consulten todo.

A esas personas yo les llamo MOVILego.

Pero hay personas que necesitan sentirse MÁS importantes 🔝. Personas que precisan inflar su ego constantemente, estar en medio de todo lo que ocurre, y que les consulten todo. A esas personas yo les llamo MOVILego.

Móvil ego

Y resulta curioso porque, esas mismas personas, son las que se pasan el día quejándose. Se quejan de que están rodeados de inútiles incapaces de dar un paso sin ellas.

También de que no tienen ni un minuto porque tienen que hacerlo todo ellas mismas. A esto siempre sigue la coletilla típica: “esto tengo que hacerlo yo si queremos que salga bien”

Y el clásico: “no tengo a nadie en quien delegar” (te sugiero que leas: ¿Por qué nos resistimos a delegar?)

Llegados a este punto tengo que ser honesta y confesar: no me gustan nada los MOVILego. De hecho, me producen bastante rechazo.

Estar con alguien a quien le suena el móvil tooooodo el tiempo me hace sentir mal. Que esté más pendiente de lo que habla por teléfono que conmigo, que estoy aquí, me puede.

Estar con alguien a quien le suena el móvil tooooodo el tiempo me hace sentir mal. Que esté más pendiente de lo que habla por teléfono que conmigo, que estoy aquí, me puede.

Móvil ego

Son fáciles de identificar, así que lo que yo suelo hacer cuando detecto alguno es pedirle que apaguemos el móvil antes de empezar a hablar. Para estar más tranquilos, le digo.

Sí, digo apaguemos, en plural, para que no se sienta señalado. Créeme, no te gustará estar cerca cuando un ego explota: la Matanza de Texas es un juego de niños en comparación.

Si veo que se pone muy morado, y le falta el aire con sólo pensar en apretar el botón OFF, le pido que lo pongamos en modo avión.

Si veo que pasa del morado al azul a velocidad de vértigo, le sugiero que restrinjamos las llamadas. Porque sí, tenemos una tecnología que nos permite escoger quien permitimos que nos llame, ¿no lo sabías?

Pero también te digo: no siempre tengo suerte. Suelen contestar cosas como: “es que estoy esperando una llamada importante”. Y con esa simple frase, te hacen puré. Porque ¿qué narices contestas a eso?

Si veo que pasa del morado al azul a velocidad de vértigo, le sugiero que restrinjamos las llamadas. Porque sí, tenemos una tecnología que nos permite escoger quien permitimos que nos llame, ¿no lo sabías?

Móvil ego

 

El caso es que estoy convencida de que los MOVILego no mienten. De que realmente se creen que todas las llamadas son importantes y que si no las contestan el cielo se derrumbará sobre nuestras cabezas. O lo que es peor: que su empresa se irá al garete.

Y ese es el problema: que se lo creen. Se creen el ombligo del mundo y hacen que todo y todos giren a su alrededor.

¿Qué, ya tienes algún MOVILego en mente?

El ego resulta necesario, claro que sí. Es muy importante, pero, como casi todo en la vida, en su justa medida.

Nos ayuda a cuidarnos, a protegernos, a progresar. Pero un ego demasiado grande resulta difícil de manejar. Para ti mismo y para los demás, así que es nuestra labor mantenerlo a raya.

El valor de las cosas no lo da el precio de mercado, sino el significado que tienen para ti. Eres tú quien les pone y quita valor. Eres tú quien maneja tu ego.

El valor de las cosas no lo da el precio de mercado, sino el significado que tienen para ti. Eres tú quien les pone y quita valor. Eres tú quien maneja tu ego.

Un bolso de lujo, un cochazo de alta gama, un piso en la Castellana, la Dirección General de la empresa. Nada de eso te define como persona.

Por supuesto, tampoco lo hace que tu móvil esté siempre sonando.

Y en todo caso: medir nuestra valía por el número de veces que nuestro móvil suena resulta hasta pueril, ¿no te parece?

Ya sabes, si necesitas ayuda, estoy aquí para ti. Seas MOVILego o no.

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